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PLAZA HUERTO SAN AGUSTÍN

PRS4048

PLAZA HUERTO SAN AGUSTÍN

Quito

|

Ecuador

2016

Autor:

Esteban Jaramillo Serrano, Christine Van Sluys

Entidad gestora:

Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda

Empresa constructora:

Servicio de Contratación de Obras

Memoria 

La Plaza Huerto San Agustín ubicada en el Centro Histórico de Quito (CHQ) articula a través del proyecto reflexiones en torno al patrimonio, la memoria urbana y la vida cotidiana. La propuesta teje temporalidades en un nuevo espacio para la convivencia y la vida pública. Pensada desde el uso doméstico, cotidiano y desde la historia del lugar, la plaza desvela en las decisiones de proyecto las marcas de diferentes épocas, sin dejar de atender a las demandas de su tiempo. Se priorizan cuatro acciones desde el diseño: la generación de nuevas relaciones espaciales a partir de la escala humana, la incorporación de áreas verdes, la integración al paisaje urbano y la legibilidad del palimpsesto urbano, resultado de las transformaciones del lugar a lo largo del tiempo. El encargo inicialmente se centra en la parcela del anodino edifico rentero que ocupó el lote del proyecto entre los años 1964 y 2015, ocultando por completo la vista posterior del conjunto patrimonial del Convento San Agustín. Con la liberación del edificio del ex registro civil queda expuesto el muro de contención del convento revestido en piedra con más de 8 metros de altura. Para realizar la transición de escala entre el muro y la cota de la plataforma principal de la plaza de uso peatonal, se incorpora una pérgola metálica que además aloja el programa de actividades que garantizan el uso en planta baja. En la pérgola, de 4,50m de altura, se marca el ritmo dado por la repetición de los pórticos a cada 1,50m y se ubican: dos locales, una zona de sombra al aire libre, baños públicos, dos parqueaderos privados de uso de los agustinos. Se incorpora la gran celosía metálica con el fin de dar una fachada al volumen de escalera adosado a la sacristía de la iglesia, elementos remanentes del antiguo edificio que no fueron derrocados por razones de conexión al convento y oculta un transformador eléctrico que sirve a esta zona de la ciudad. El diseño de piso, reinterpreta el grafismo de líneas a 45º de los planos históricos del siglo XVIII, rememorando el antiguo huerto de los agustinos que unía las dos manzanas a norte y sur del eje de la calle Mejía. El mismo patrón coincide con el existente en el atrio de la iglesia del convento de San Agustín, reforzando diferentes conexiones con el lugar. Las zonas verdes y fuentes de agua se integran al diseño de piso en piedra volcánica negra y andesita en dos tonos de grises. El trabajo paisajístico, con especies nativas y endémicas, contempla diferentes estratificaciones vegetales para componer jardines y zonas de sombra. La pacificación de la calle, permite la conexión visual del eje de la calle Mejía, antes obstruido visualmente por el enorme edificio del ex registro civil. Además, también permite que la plaza se extienda de paramento a paramento. Esto se ha logrado debido a la negociación exitosa e indispensable entre los gobiernos nacional (propietario del terreno donde se encuentra la plaza) y el gobierno municipal (con dominio sobre la vía publica), ampliando la zona de intervención más allá de los limites de lote inicial. Esto también permite mejorar significativamente el ancho de la acera en el lado norte, incorporando mobiliario y zonas de sombra en ambos lados de la calle, además de reducir la velocidad de circulación vehicular. La compleja articulación de los varios niveles, se soluciona mediante una acera continua que acompaña la pendiente existente de la calle Mejía y conecta las cuatro plataformas que vencen el desnivel de casi cinco metros entre la cota más alta (Calle Guayaquil) y la más baja de la plaza (Calle Flores), favoreciendo la accesibilidad universal del proyecto. A partir del principio de que el espacio público también educa, se incorporan elementos didácticos: el mural de placas diseñadas a partir de los planos históricos de los últimos cuatro siglos, describen las transformaciones urbanas que sufrió este tramo de la calle Mejía, los juegos de equilibrio para niños hacen alusión a la crónica urbana sobre “la lagartija que abrió la calle Mejía” en el siglo XIX, los apliques en bronce en el piso marcan la línea de fábrica en memoria al edificio del ex registro civil (1964-2015) y finalmente la escultura a escala humana de San Agustín camina como uno más, entre los visitantes de la plaza. La Plaza Huerto San Agustín recupera el vacío existente en la trama urbana del siglo XVIII, el huerto privado del convento, y lo reinterpreta en un espacio público inclusivo para el siglo XXI. El proyecto busca cautivar al peatón, sensibilizar el ciudadano frente a la narrativa compleja de la historia viva de la ciudad y generar espacios de estancia que se convierten en soporte para desarrollo de la vida.

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